La palabra Tacu tacu nos hace recordar la época en la que nuestra madre no tenía dinero para preparar grandiosas comidas y se las ingeniaba para saciar nuestra hambre con uno de estos platillos. Y es que los sabores nos hacen recordar cosas que aparentemente permanecían olvidadas.
Como aquella casa en la que dejaste de vivir para formar tu propia familia y que de vez en cuando visitas. Ahora son tus hijos los que le piden a tu madre que les prepare sus comidas favoritas. ¿Qué curiosa es la vida no? A pesar de que la situación económica ha mejorado, ellos también le piden que cocinen tacu tacu. ¡De tal palo, tal astilla!
Tu madre, claro con unos años demás, se coloca el delantal y prepara la sartén para freír la preparación. Como siempre, todos los ingredientes están colocados sobre la mesa: una porción de arroz cocido, frejoles, huevos, cebolla, ajo, raciones de plátano y ají amarillo. Y ella adquiere la actitud de esas conocidas cocineras que encontramos en los programas de televisión.
En el rostro de cada uno de tus hijos puedes observar como eras de pequeño. Las travesuras que solías cometer cuando tu madre se encontraba totalmente concentrada en preparar una de tus comidas favoritas. Casi se te sale una lágrima, cuando uno de tus niños coge el pote de sal. Recuerdas que esto era clásico en ti y que con un solo regaño de aquella mujer se te pasaban las ganas de comer dicho ingrediente.
Todo esto ha pasado, sin que tus hijos y tu madre se den cuenta que estabas escondido detrás de aquella puerta que siempre terminabas rompiendo cuando solía jugar con tus amiguitos del barrio. De pronto, haces un movimiento en falso y ella te dice con una sonrisa que prepares la mesa, porque la cena ya está servida.
El tacu tacu está servido y desprende olores demasiado agradables, tanto que llama la atención de tus vecinos más cercanos. A esto hay que agregarle que tus hijos han pedido un plato extra. De pronto, llega una de tus hermanas con la noticia de que la familia será mucho más grande de lo que imaginaban. ¡Ella está esperando trillizos!
Como aquella casa en la que dejaste de vivir para formar tu propia familia y que de vez en cuando visitas. Ahora son tus hijos los que le piden a tu madre que les prepare sus comidas favoritas. ¿Qué curiosa es la vida no? A pesar de que la situación económica ha mejorado, ellos también le piden que cocinen tacu tacu. ¡De tal palo, tal astilla!
Tu madre, claro con unos años demás, se coloca el delantal y prepara la sartén para freír la preparación. Como siempre, todos los ingredientes están colocados sobre la mesa: una porción de arroz cocido, frejoles, huevos, cebolla, ajo, raciones de plátano y ají amarillo. Y ella adquiere la actitud de esas conocidas cocineras que encontramos en los programas de televisión.
En el rostro de cada uno de tus hijos puedes observar como eras de pequeño. Las travesuras que solías cometer cuando tu madre se encontraba totalmente concentrada en preparar una de tus comidas favoritas. Casi se te sale una lágrima, cuando uno de tus niños coge el pote de sal. Recuerdas que esto era clásico en ti y que con un solo regaño de aquella mujer se te pasaban las ganas de comer dicho ingrediente.
Todo esto ha pasado, sin que tus hijos y tu madre se den cuenta que estabas escondido detrás de aquella puerta que siempre terminabas rompiendo cuando solía jugar con tus amiguitos del barrio. De pronto, haces un movimiento en falso y ella te dice con una sonrisa que prepares la mesa, porque la cena ya está servida.
El tacu tacu está servido y desprende olores demasiado agradables, tanto que llama la atención de tus vecinos más cercanos. A esto hay que agregarle que tus hijos han pedido un plato extra. De pronto, llega una de tus hermanas con la noticia de que la familia será mucho más grande de lo que imaginaban. ¡Ella está esperando trillizos!